¿Por qué aterrizamos en La Casita de la Dehesa?
Somos una pareja de docentes, yo maestra de primaria y mi pareja profesor de secundaria; siempre hemos vivido la educación desde esa perspectiva, pero fue el año pasado cuando empezamos a verlo también desde el otro lado. Pasamos a ver la educación desde la perspectiva de los padres de un niño que en septiembre estaría en una clase de 3 años. Ambos somos docentes en la escuela pública, y estamos muy orgullosos de ello, pero somos muy críticos con el sistema e intentamos paliar su repercusión en nuestros alumnos dentro de nuestras posibilidades. Con este conocimiento del sistema desde dentro (que como madre te hace ser aún más sufridora) me propuse buscar el mejor centro público de la zona para nuestro pequeño. Sinceramente, no nos planteábamos otra opción para él, alguno me gustaría.
Buscando un centro educativo convencional
En febrero comencé a visitar los centros de la zona, me propuse conocerlos todos para poder elegir con conocimiento de causa. Visité los bilingües, los no bilingües (no estoy segura de los beneficios del bilingüismo tal cual se ha implantado en la Comunidad de Madrid, y eso que trabajo en centro bilingüe), los de jornada continua, los de jornada partida…, todos y cada uno de ellos. Hubo uno que me gustó más que el resto cuando lo visité; trabajaban por proyectos, la lecto-escritura no se imponía desde los tres años (como sucede en el resto de centros) y tenían un huerto. Lo único que no me gustaba era la ratio, 25 alumnos de 3 años con una sola maestra dentro del aula me chirriaba demasiado, pero es lo que sucedía en todos los coles. Así que de todos ése era el que más me gustaba.
Aún así, me faltaba un centro por visitar, el último de la lista. En esta última visita es cuando abrí los ojos. En mitad de la explicación de la directora una madre hizo una pregunta que me dio de bruces con la realidad:
“Pero entonces, ¿cuánto tiempo pasan los niños en el exterior?”.
No hizo falta ni que contestaran, eché cuentas rápidamente; según las explicaciones, los niños de 3 años dormían siesta después de comer, por lo que su único momento de juego libre en el exterior era en el recreo de la mañana que duraba 30 minutos. ¡¡Horror!! Me levanté y me fui.
Buscando un centro educativo alternativo
Llegué a casa acelerada, sintiéndome culpable por no haber hecho esta simple cuenta desde el principio, ¡la de tiempo que me habría ahorrado! Una cosa tenía clara, no podía ser que mi hijo, que hasta la fecha había pasado como mínimo 2 horas jugando y desarrollándose al aire libre, pasase a estar encerrado de 9 a 16h., sentado haciendo fichas gran parte del tiempo. Al llegar a casa y compartir lo vivido en esa última visita, lo vimos claro los dos, no hubo discusión, había que buscar otra cosa, ¿pero qué? Ahí empezaron nuestras nuevas dudas.
Nos pusimos a buscar un plan B. Miramos diferentes proyectos alternativos más o menos cercanos a nuestra casa, ya que la logística es importante. Conocimos varios que nos gustaron, cada uno tenía algo especial que nos parecía que a Manuel le enriquecería. Pero al llegar de La Casita de La Dehesa viví un flechazo, ¡¡era la escuela a la que yo hubiese querido haber ido!!, aportaba a nuestro hijo todo lo que necesitaba para desarrollarse de forma integral. Crecer y vivir en la naturaleza, juego libre, centrarse en los intereses de los niños, estar en el exterior incluso con lluvia, una ratio de 1 acompañante por cada 6 niños…, ¡¡todo era música para mis oídos!!
De este modo nos embarcamos en esta aventura, los 6 enanitos de la Dehesa que poco a poco llegaron a ser 12. Y ya en junio, que para mí se acaba el curso escolar, toca hacer balance, y he de decir que todo positivo. Veo a mi hijo radiante, con unas ganas de investigar, con una imaginación para inventar juegos e historias llamativa, con un desarrollo motriz espectacular, con muchas menos inseguridades, con muchos menos miedos, con amigos a los que echará de menos en verano…
La labor de los acompañantes es encomiable. El amor y cariño con el que tratan a los enanitos, la dulzura y el acompañamiento que han llevado a cabo ha sido increibles. Manuel sonríe en cuanto nos escucha hablar de ellos.
Sólo con ver cómo está Manuel después de todos estos meses sabemos que acertamos en nuestra decisión, el esfuerzo que supone merece mucho la pena. Aun me convenzo más cuando veo a los niños de 3 años en los coles ordinarios, los que han establecido este sistema educativo no tienen ni idea de lo que necesitan los niños de 3 a 5 años. El que haya visto a los enanitos por la Dehesa compartirá mi opinión.